En el GAM se realizó el estreno en Chile de “Allende a Salvador”, obra de Rafael Díaz que reflexiona en torno a la figura del ex presidente.
El año 2013 los ojos del mundo estuvieron puestos en Chile debido al aniversario número 40 del quiebre institucional de 1973. Conmemoraciones tuvieron lugar en todas partes del mundo, y buena parte consistió en actos artísticos. Estas cuatro décadas vieron a la figura del ex presidente Salvador Allende convertida en un ícono reconocible para el orbe, admirado, cuestionado, pero siempre respetado por ser fiel a sus principios. Fueron chilenos residentes en Londres quienes para esta fecha encargaron una obra a quien se erige como uno de los compositores más originales del medio chileno. Fue la ocasión que hizo a Rafael Díaz a dar forma a su obra más ambiciosa hasta el momento, un teatro musical titulado “Allende a Salvador”, que ahora pudimos ver en Chile, específicamente en el GAM, en el marco de la VIII Temporada de Conciertos de la Universidad Alberto Hurtado.
Más que una ópera, es bueno referirse a esta obra con las palabras del propio compositor, que la denomina ‘concierto teatralizado’. Muchas de las obras de Díaz al ser interpretadas en vivo se valen de un sustento teatral, por lo que era natural que el compositor tarde o temprano creara una obra escénica. Es así que acá los músicos sobre el escenario y su director (Gonzalo Venegas) toman parte en la acción en intervenciones esporádicas. Aparte de eso, algunos elementos escenográficos, como un ataúd, una tarima, sillas y una pantalla que muestra una serie de diapositivas son el marco (concebida por Lorena Pérez) para el desarrollo de una obra que invita a la reflexión en torno a la figura del ex presidente. No busca el compositor imponer su propio sentir frente a Allende sino que cada espectador/auditor haga su propio examen interior frente al sujeto de la obra.
“Allende a Salvador” se estructura en una serie de escenas, o cuadros, basado en fragmentos de cartas, discursos y otro material literario generado por el propio compositor, buscando llegar al núcleo íntimo del ex mandatario. Por eso que se trata de una experiencia secuencial, sin un nudo dramático propiamente tal, aunque sí existen los momentos climáticos. Edmundo Benitos encarna a un Allende recitante, con voz templada, firme, y un tono similar al del viejo presidente, su convincente actuación es uno de los puntos firmes de este montaje del estreno en Chile. Junto a él está Rodrigo Quinteros, el Allende cantante, que tiene un rol más discreto, pero que tiene un momento significativo cuando ambos Allendes se encuentran.
La convivencia de poesía cantada y recitada nos remite a varias obras anteriores de Díaz que fueron pensadas para el registro sonoro (es decir, discos) más que para un concierto. Son los que él denomina ‘radioteatros’ siguiendo un enfoque propio, tal como el alto grado de individualidad que alcanza su música en cada nuevo título que sale de su pluma. En la obra Díaz se apropia de dos músicas ajenas, el Himno Nacional de Ramón Carnicer, y la canción “Te Recuerdo Amanda” de Víctor Jara. A pesar de la belleza del arreglo hecho por Díaz de esta última, es válido decir que él no necesita aludir a la música de otros, pero en su caso es perceptible que lo hizo de manera honesta.
Gonzalo Cuadra, Mariela Cuadra, el flautista Alejandro Lavanderos, y el director Gonzalo Venegas fueron efectivos en sus respectivas intervenciones, mientras que Pamela Flores (Hortencia Bussi), Ana Navarro (Beatriz Allende) y Melisa Arriagada (Amanda) imprimieron una alta cuota de emotividad a sus respectivos cantos. Y ese es uno de los sustentos de la carga nostálgica que posee esta obra, probablemente la más personal de las piezas de Díaz, y la que en cierto modo apunta a que el compositor se apronta a seguir buscando nuevos caminos para integrar palabra, música y teatralidad.
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