Teatro eres tú

Con Jorge Bolani
Que lo hayan reconocido con cuatro premios Florencio y un Morosoli a la trayectoria pasa a ser anecdótico cuando entra en escena y nos amarra. Pertrechado con cuarenta años de experiencia teatral y afinadas incursiones en cine y televisión, el actor Jorge Bolani se retira de la Comedia Nacional con un papel de su talla en la obra “La visita”.1 De misiones grupales e higiene del talento trató esta conversa.
La profesión de ser otros, con el tiempo, puede conducirte a la pregunta ¿y yo quién soy?
Es muy lindo lo que decís, y confirma que el gran peligro, para cualquier actor, es actuar la vida. Hay que estar muy atento para no caer en eso, pero el paso de los años te aporta madurez.
¿Cómo conjuraste ese peligro?
Hubo momentos en que me sarpaba, porque cuando estás en el proceso de construcción de un personaje, por lo menos yo, borro todo lo demás. Mis propios hijos me han dicho, en algún momento, “papá, volvé”.
¿En qué te apoyabas para volver?
Trabajé 33 años en dos empresas comerciales, para compensar las modestísimas remuneraciones que recibía de la cooperativa artística del Teatro Circular, institución a la que afectiva y honorariamente sigo perteneciendo.
¿Trabajaste como administrativo?
Sí, casualmente en dos automotoras. Primero con la camiseta Volkswagen, luego con la Fiat (sonríe), y construí una familia, o sea, maticé bastante el teatro.
Nada como las ocho horas para matizar.
Claro, vas haciendo los equilibrios como podés. Cuando entré a la Comedia Nacional por designación directa de su dirección artística –mecanismo previsto y regulado por normativas municipales– tenía 60 años y unos cuantos como actor independiente, con lo cual estaba prevenido contra el desgaste que, según las mentas, me produciría. No del todo infundados, porque presencié casos de compañeros muy afectados por él.
¿Por la dinámica interna?
En tanto grupo humano funciona como cualquier familia o institución, con alegrías y miserias. Demanda, en dedicación exclusiva, seis horas diarias de ensayo, de martes a domingo, más funciones los fines de semana y trabajos puntuales. Hacer todo eso con las mismas personas, a diario, incide en las relaciones. Otro factor delicado es el de la igualdad de oportunidades en un elenco numeroso; en la Comedia, se sabe, hacés el personaje que te toca, entonces, cómo asegurar a cada integrante la gratificación, y el derecho, de encarnar un gran papel. La postergación sin fecha límite de esta oportunidad, en el compañero harto preparado para asumirla, puede ocasionar perturbaciones importantes. Pero conste que no tengo una visión negativa de la Comedia; es el sueño del pibe, vivir de lo que te gusta. Lo que sucede es que su régimen de exclusividad, al impedirte actuar afuera, también cancela el beneficio de “tomar aire”.
ARTES DE LA ESTABILIDAD
Quienes critican el modelo de elenco teatral oficial y estable, sostenido con dineros públicos, plantean que podría sustituirse por uno “desmontable”, que trabaje por producción. ¿Qué opinás?
Si existiera un elenco así sus problemas serían otros, imagino, pero no me gusta hacer futurología. Me parece positivo que exista un grupo estable que asuma los riesgos de serlo e intente superarlos, entre otras cosas porque está en condiciones económicas de sostener un mínimo de seis estrenos anuales, grandes producciones y muchas horas de ensayos y funciones de una treintena de actores profesionales. Son cotas difíciles de alcanzar para cualquier teatro independiente, a pesar del desarrollo que ha experimentado un sistema como el del Socio Espectacular, que también estrena seguido pero no puede ofrecer a los actores dedicación exclusiva. La rotatividad de títulos, por otra parte, afecta a espectáculos exitosos tanto de la Comedia como del Socio, que deben bajar, a veces, a sala llena. En el caso de la Comedia porque la diversidad es un componente de su misión institucional, y en el del Socio por obvia demanda de sus afiliados. Recuerdo los récords de permanencia en cartel de algunos espectáculos del Circular en los que participé: El herrero y la muerte cinco años, Doña Ramona cinco años, Esperando la carroza seis, Ah, machos cuatro.
La Comedia podría permitirse, apoyada en su disponibilidad presupuestal, mantener un espectáculo en cartel el tiempo que el público determine.
Mmm, complejo. Volvemos a lo de antes, cómo asegurar la debida rotación de papeles en un elenco vasto, y también el acceso del público a grandes autores uruguayos y extranjeros.
A la vista de tu trayectoria, el ingreso a la Comedia luce más como reconocimiento que como resultado. ¿Te aportó algún aprendizaje?
Seis horas de ensayo diarias, durante diez años, te llevan a lugares donde nunca estuviste en materia creativa. También dependés de los directores; algunos, visto de afuera, ensayan poco y logran buenos resultados, mientras otros prefieren procesos largos. Estas variables, para mí, fueron novedosas. Y en mi primer espectáculo luego de ingresar a la Comedia, El viento entre los álamos, compartí escenario con dos monstruos, Julio Calcagno y Pepe Vázquez; vaya si me nutrí con ellos.
¿En cuál espectáculo sentiste que tus recursos tocaron el cenit?
Seguramente en Variaciones Meyerhold, un gran pretexto para casi una única actuación. Es lo que tiene un monólogo, emergés o te hundís; ese texto fue concebido originalmente para un actor, pero el director de la puesta y compañero de elenco, Lucio Hernández, lo reconcibió para tres. Lucio tuvo una clara concepción de lo que quería ver, y el montaje demostró que esos dos entrañables compañeros, Jimena Pérez y Luis Martínez, eran indispensables al objetivo. Y yo la viví como un mojón en mi carrera. Tuvimos la gran ventaja, por así decir, de disponer de tiempo para investigar sin la presión de un estreno; este trabajo surgió del ciclo de talleres internos de la Comedia denominado “Entre nosotros”, que ofrecen, al compañero que lo desee, atravesar una experiencia de dirección. Son obras que se muestran sólo internamente; lo que ocurrió fue que tanto Variaciones Meyerhold como El tobogán, que dirigió Juan Carlos Worobiov, adquirieron una proyección compatible con su presentación al público.
El “cuerpo” Comedia, entonces, ha generado anticuerpos contra la morosidad.
Sí, ese espacio está vigente y uno de los estrenos programados para la segunda franja del año, El tiempo todo entero, proviene de él. Lentamente esta charla va desembocando, creo, en la famosa pregunta de si el actor nace o se hace. Creo que nace, pero sólo si se rompe el alma laburando está en condiciones de provocar, hoy, mañana o nunca, un toque de varita mágica.
1. Coprotagonizada por Andrea Davidovics y dirigida por el argentino Sergio Renán, La visita es una versión de La visita de la vieja dama, de Friedrich Dürrenmatt, elaborada por Angie Oña y el propio Renán. La puesta reúne a una treintena de artistas y músicos en escena, y va jueves, viernes y sábados a las 21, y domingos a las 19 horas, en la sala mayor del teatro Solís.
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