lunes, 23 de junio de 2014

"Para mí no existen los actores difíciles"

Director de teatro de destacada trayectoria, dentro y fuera de fronteras (el diario "El Tiempo", de Bogotá, lo ubicó entre los diez directores extranjeros que más marcó el teatro de ese país), Mario Morgan tiene mucho que hacer en estos días.


Por un lado, en relación al teatro argentino, tiene tres espectáculos para presentar acá en Montevideo en lo que resta del año: Les Luthiers, Martín Bossi y Thelma Biral junto a Juan Leyrado. Por otro, como director de teatro, ayer estrenó en el Teatro Stella "Conversaciones con mamá", obra con la que "Ducho" Sfeir vuelve a escena luego de años de ausencia. Por ahí van los temas de esta entrevista.
-¿Los espectáculos que usted trae de Argentina, están llegando menos?
-Yo no los traigo, ellos me traen a mí. Quiero decir, que no son producciones mías, sino que los productores me dan la coordinación artística y técnica para que el espectáculo se pueda realizar aquí de la misma forma que se presenta en Argentina. Pero sí: hay menos espectáculos viniendo de Argentina, por toda la parte impositiva uruguaya, más la parte del transporte, que es sumamente costosa, más la estadía de los artistas. Por ejemplo, la diferencia de precios de un restorán entre Uruguay y Argentina es abismal. O sea que es menos la cantidad de gente que quiere venir: les conviene más ir a cualquier provincia argentina que a Uruguay.

-También muchos de los artistas que usted siempre presentó en Montevideo se han retirado, por el lógico cambio generacional.

-Sí, durante toda mi vida he trabajado con los mismos actores, y muchos de ellos se han retirado, como es el caso de Cipe Lincovsky, por motivos de salud. Pero más allá de eso, en la actualidad, solo la parte de la sala, derechos de autor, impuestos y gravámenes, se va arriba de un 60% de la recaudación. O sea que lo que queda en limpio para una compañía que viene es apenas un 30%. No hay mucha gente que quiera venir en esas condiciones.

-A veces no se percibe que la reducción de las visitas de artistas extranjeros también perjudica a la cultura uruguaya...

-Sí, no solo perjudica a la cultura uruguaya, sino al teatro uruguayo, porque las compañías extranjeras pagan, por ejemplo, un 5% para el fondo nacional de teatro, que se revierte al teatro uruguayo. Además, no creo que el espectáculo extranjero quite público. Cuando un espectáculo es bueno, sea uruguayo o extranjero, estimula al público a ir a las salas.

-Y como director, ¿es muy difícil montar una obra en Montevideo?

-Para trabajar como trabajo yo (que es distinto que trabajar dentro de una compañía estable), se ha vuelto muy difícil. La primera dificultad es conseguir sala, y la segunda es las condiciones técnicas de las salas. Luego, armar un elenco, con gente que muchas veces se distribuye en varios espectáculos al mismo tiempo. Todo eso hace muy duro trabajar profesionalmente.

-¿El público también ha cambiado?

-Creo que el espectador se ha vuelto más impaciente, porque tiene otro ritmo, el ritmo que le fue dando la televisión. Por ejemplo, en Estados Unidos o en Londres, si una obra dura menos de dos horas y media, tiene una advertencia. Acá creo que tendrías que poner la advertencia si dura más de una hora y media. Porque el público se ha acostumbrado a que el teatro dure una hora 20 minutos. Creo que el público se ha desacostumbrado a escuchar, que tiene otro vértigo, que es el que le ha impuesto la televisión.

-Siempre se comentan los ajustes que le hace usted a sus escenificaciones en el ensayo general. ¿A dónde apunta esa última mirada?

-A los ritmos y los climas. Me preocupa mucho el ritmo: me preocupa que el espectador se llegue a aburrir. El ritmo de un espectáculo es fundamental, pero el ritmo no lo da solamente la velocidad, sino primordialmente el clima. Si un espectáculo tiene clima, emoción, o divierte, está teniendo ritmo. El ritmo no significa correr letra.

-Le pido un recuerdo de su inicio en el teatro.

-Yo empecé en el Circular, haciendo el protagonista de Canillita, de Florencio Sánchez, y si bien mis hermanas estaban enteradas, mi madre no. Ella quería que yo fuera abogado. Y finalmente decidimos con mis hermanas que era la hora que mi madre viniera al Circular a verme de diariero en Canillita. Cuando terminó la obra me acerqué a ella muy entusiasmado, para preguntarle qué le había parecido. Y ella me miró y me dijo: "sobreviví al Holocausto, también puedo sobrevivir a esto". Y realmente, siempre recuerdo con mucho cariño la frase, porque me ayudó también a mí a sobrevivir a todas las circunstancias que se te presentan en el teatro.

-Hace una década, en "La prueba", usted dirigió a Taco Larreta en su último gran papel...

-Sí, fue el último papel que hizo Taco, y al igual que ahora me pasó con "Ducho" Sfeir, fui a ofrecerle el papel desde la admiración que siempre le tuve. Yo recordaba a Taco incluso de Rencor hacia el pasado, del Circular. Entonces, poder llegar a ellos era algo entre la vanidad y la admiración. Y la última función que hicimos con Taco fue justamente en el festival de Bogotá con La prueba. Esa fue su última función y todo el elenco tuvimos esa sensación, de estar ante la última función de Taco. Y el propio Taco sintió que era su último papel, y terminada la función, él me abrazó y me dijo, "Viste hoy la última función de Taco Larreta".

-¿Es difícil dirigir a una actriz como Estela Medina?

-Para mí no existen los actores difíciles: el actor es difícil cuando uno no consigue su respeto. Estela Medina, o Dahd Sfeir, son actrices de una disciplina férrea, y para ellas subir a un escenario tiene algo de sagrado. Es imposible tener problemas con ese tipo de actor. Para mí un actor que te da problemas es si falta a los ensayos, o si no tiene respeto por el trabajo. Pero el actor que defiende su trabajo, el que defiende lo que piensa del personaje, no es un actor difícil. El actor, como el director, tiene que creer en lo que está haciendo. Yo defiendo a muerte al actor que defiende su postura. El actor es un ser pensante y eso es lo maravilloso del actor.

-La última: ¿cuesta en Montevideo llevar adelante los musicales?

-Yo creo (aunque esto le duela a los que los hacen, que lo hacen realmente con mucho amor, respeto y dignidad), que en Montevideo no se hace comedia musical. Lo que se hace es una adaptación, como yo hice en su momento en Argentina con La mujer del año. Porque acá no hay ni la sala equipada para hacer un musical como en Broadway, con la iluminación necesaria, con ascensores, escenarios giratorios y demás. También necesitarías un cuerpo de baile entrenado, y gente con técnica de canto, no actores que canten, sino actores que realmente hayan estudiado canto. Yo creo que lo que se ve acá es una reducción, en muchos casos muy digna, muy elogiable, pero que está lejos, lejísimos, de ser. Eso absolutamente en todos los musicales que se han hecho en Uruguay, sin ninguna excepción.
Tres modos de disfrutar el teatro

El histórico grupo humorístico argentino Les Luthiers se presentará este año en el Auditorio Nacional Adela Reta, el 11, 12 y 13 de noviembre a las 21 horas: las entradas se pusieron a la venta ayer en Red UTS. La genial compañía trae su último espectáculo, Viejos Hazmerreíres, que reúne lo mejor de su larga producción. Antes, entre el viernes 4 y el domingo 6 de septiembre, Thelma Biral y Juan Leyrado suben a escena en el Teatro Solís, para representar Dios mío, de Anat Gov, bajo dirección de Lía Jelín. También Martín Bossi volverá con su último trabajo: Bossi Big Bang Show, que irá en El Galpón desde el 18 al 20 de noviembre, a las 21 horas. Luego de los exitosos musicales M, el Impostor y El Impostor Apasionado, con los que convocó en Argentina a más de 500.000 espectadores, el artista regresa con su habitual potencia escénica.

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