lunes, 2 de junio de 2014

Teatro en el mundo



Esta semana se entregaron los Max, el máximo galardón que otorga el teatro español a sus realizadores. La estrella de la velada fue Juan Diego Botto con la pieza que escribe, dirige y protagoniza, Un trozo invisible de este mundo, que se llevó las estatuillas al mejor espectáculo, mejor actor, actor revelación e incluso al diseño de iluminación. Resulta auspicioso que la gran ganadora de los Max sea una obra del off, de autogestión, pero a la vez es un reflejo de los tiempos que corren en España, inmersa en una crisis que ha golpeado a las artes escénicas. La obra que recorrió el país está construida con cinco monólogos sobre la inmigración y el exilio, y comparten el escenario con Botto, Sergio Peris-Mencheta y Astrid Jones. Conocido por su trabajo en Martín Hache, de Adolfo Aristarain, en breve se podrá ver al artista argentino en la película Ismael, de Marcelo Piñeyro. Botto es hijo de Cristina Rota, gran maestra de actores, quien escapó de la última dictadura militar con dos hijos pequeños (su pareja, el actor Juan Fernando Botto, está desaparecido). Botto siguió los pasos de sus padres y es uno de los actores más prestigiosos de España, además dirige una sala, Mirador, en el barrio Lavapiés, allí donde los domingos se celebra el Mercado del Rastro. Allí se presenta actualmente un ciclo del argentino Pablo Messiez, con la desopilante Muda (con la gran Fernanda Orazi, Marianela Pensado y Óscar Velado) y el conmovedor monólogo Las plantas, interpretado por Estefanía de los Santos..

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