El teatro imposible de Federico García Lorca cerró el pasado domingo en Venecia su Bienal de teatro con el montaje con el que Lluis Pasqual y los 15 alumnos de su taller, entre ellos Irene Escolar y Martiño Rivas, han recuperado “el perfume y el relieve” de la lógica poética del granadino. Este montaje culminó los once días de la Biennale College Teatro, que dirige Álex Rigola, y ha sido la puesta en práctica de lo aprendido por cerca de 200 jóvenes actores del mundo que han tomado clases con maestros como Pasqual, Jan Lauwers, Fabrice Murgia, Nathalie Fillon o Jan Pappelbaum. Pasqual explicó al término de la representación que su propuesta ha sido hilar fragmentos de El público y Comedia sin título –que la hermana de García Lorca le pasó en 1989–, y los poemas Llanto por la muerte de Ignacio Mejías y Grito hacia Roma, para mostrar, precisamente, “la mentira del teatro”. “Parece hecho a propósito para la Bienal. Está claro que los clásicos traspasan su tiempo. Nunca había hecho esto y ahora me toca traspasar lo aprendido”, asegura.
El montaje es “teatro imposible”, como García Lorca lo llamó, “porque era impensable para la época y que se resume en la frase no quiero actores, sino hombres y mujeres de carne”. Irene Escolar aseguró que este es su tercer año en Venecia y se siente una “privilegiada”.
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