Hace pocos años, en el que fuera lunetario, estacionaban los carritos de ventas callejerasLA HABANA, Cuba. — El Capitolio, Monumento Nacional, sede del Congreso de la República hasta 1958, está en reparación, más modesto, a solo unos pasos, el Teatro Campoamor, está condenado a muerte. Una larga muerte de medio siglo.¿Qué significó este hermoso teatro en forma de herradura, artesonado con orlas doradas, y palcos con barandillas de bronce, donde se daba cita la sociedad habanera y el populacho se apelotonaba en el gallinero para chiflar al tenor de opereta, al que se le hubiera escapado “un gallo”.En el Campoamor brillaron Rita Montaner, “La Única”, Libertad Lamarque, Imperio Argentina, Lola Flores ¡taconeandoy exhaltando españolísima ¡Que viva el Campoamor¡En teatro de moda en La Habana de los 30 y 40, Don Fernando Ortíz celebró sus veladas afrocubanas, donde, por primera vez, se escucharon en un escenario los tambores batá de Pablo Roche en 1936. Ese mismo año Ortiz auspició, en el Campoamor, el Festival de Poesía que dirigió Juan Ramón Jiménez.


Candita Quintana, el viejito Brienguier y Mario GaliEn el filme Arte nuevo de hacer ruinas, del alemán Florian Borchmeyer, basado en la crónica del escritor Antonio José Ponte, la cámara entra a las ruinas del Campoamor, donde en lo que fuera el artesonado escenario vivió, Reinaldo, trabajador del teatro por ocho años, y que, sin casa, como tantos cubanos, vivió entre las ruinas. El amor de Reinaldo por las memorables piedras, en el filme de Borchmeyer, aprieta las gargantas. Reinaldo falleció en un derrumbe, cuando la pared del fondo del escenario, se desplomó en el 2012.El Teatro Campoamor, en el entorno de La Habana Vieja – Patrimonio de la Humanidad– por su historia y arquitectura, es un inmueble patrimonial. La mandarria de la revolución también lo convertirá en polvo.
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